
Tus caricias me arroparon toda esta madrugada.
Claro que te sentía. Tu mano. Tu alineto. Tu sexo.
Todo mi universo está aquí en esta cama contigo.
Por un momento te perdí, me eleve hasta verme a mi mismo.
Pienso en ti y no te has marchado.
No lo hagas.
Hoy, la brisa estimula mi mejilla hasta el sonrojo,
hasta el calor nocturno de tus abrazos.
Quiero cubrirte como sábana aterciopelada.
Tu risa y la fiel pasión de tus besos me da calambres.
Sigue acariciandome.
Sexo solidario, miradas tejidas, fusión cutánea y mucho silencio.
Silencio, gemido, silencio, ruido de pieles al rozarse.
Silencio.
Un grito.
Me abrazo a ti.
Tu me miras y yo respondo hipnotizado.
Silencio.
Cierre un ojo y mientras su gemelo hacia lo propio, con la lentutd del que no quiere despedirse, me fuí durmiendo.
Buenos días.
Perdona, ¿Tu cómo te llamabas?